”Habían retirado el último plato, habían limpiado la última encimera, pero aun quedaban socios del CMI (Club de Millonarios Ilustrados) en el comedor, sobre todo alrededor de Samantha, la exitosa empresaria de bienes raíces.

Sarah, la jefa de camareras, mandó a Michelle y Delphine a la sala de la chimenea a quitar el mantel, recordatorio no muy sutil de que había que limpiar la sala.

A Michelle le latía el corazón con fuerza mientras doblaba el mantel con Delphine. Era una tontería doblarlo, ya que iría a la lavadora, pero así se entretenía un poco más. Samantha cogió la indirecta de la presencia de Michelle y Delphine.

– Dejemos que estas personas puedan irse a casa – dijo a los dos hombres y las tres mujeres que todavía se apiñaban en torno a ella, señalando la puerta con la cabeza.

– Delphine – susurró Michelle -, tengo que pedirte un gran favor: ¿podrías acabar de limpiar sin mi? Tengo que hacer una cosa.

– Claro.

Tratando de no pensar en lo furiosa que se pondría Sarah con ella, Michelle corrió a las taquillas de empleados, se quitó el delantal, agarró el monedero y salió en busca de Samantha Munroe. Rebasó la puerta, recorrió un pasillo, llegó al vestíbulo. ¿Se habría ido ya?

No, gracias a Dios. Estaba sentada en una banqueta circular flanqueada por dos miembros del CMI, una mujer y un hombre al que Michelle reconoció por los tirantes.

Michelle se detuvo a unos tres metros. El corazón le latía con fuerza. Por Nicky y Hanna (sus dos hijos pequeños que sus suegros le querían quitar la custodia después de la muerte de su esposo), se forzó a dar los últimos pasos. Los tres empresarios alzaron la vista.

– Señora Munroe – balbució Michelle -. Creo que usted puede ayudarme.

Samantha miró fijamente a Michelle.

– Tú eres la camarera de la cena, ¿no? – observó, no inmediatamente, pero sí con amabilidad.

– Sí – dijo Michelle avergonzada -, pero no me lo tome en cuenta.

– ¿Por qué iba a hacerlo, señorita?

– No lo sé, yo… señora Munroe, he escuchado su discurso. Yo… creo que tiene usted una idea realmente increíble con su Manual de Formación del Millonario Ilustrado.

– Yo también.

¡Qué serenidad, qué confianza en sí misma irradiaba Samantha Munroe!

– Usted ha hablado de… conejillos de Indias – Michelle le recordó -, para el manual de formación.

Samantha exhibió la misteriosa sonrisa de un solo lado que Michelle recordaba de su charla en la sala de la chimenea en el hotel. Sintió una esperanza removerse en su interior.

– ¿Cómo te llamas, jovencita?

– Michelle Ericksen.

– ¿Sabes qué, Michelle Ericksen? Cuando salga el libro te enviaré una de las primeras copias. ¿Por qué no me das tu tarjeta de presentación?

– No tengo – dijo Michelle, un poco brusca.

– Bueno, pues toma la mía. Llama a mi oficina y dale tu dirección a mi ayudante, me aseguraré de que te envíen un ejemplar.

Cogió la tarjeta. Era simple pero elegante: fondo negro con letras doradas y el logotipo de un fénix. ¡Un fénix!

Samantha movió la cabeza en señal de asentimiento, como diciendo «y eso es todo», y regresó a su conversación anterior con sus compañeros. Michelle se quedó allí, pasmada, y se metió la tarjeta en el bolsillo de la blusa. No sabía que esperaba, pero sentía que la habían despachado. Aun así, algo le impedía marcharse.

Al cabo de un momento, Samantha se levantó con gracia de la banqueta y se dio la vuelta para marcharse. Michelle la oyó despedirse de los otros, que echaron a andar cada uno en una dirección.

La vio desaparecer por las puertas correderas de cristal del Hotel Mariposa Plaza.

– ¡Espere! – gritó. Cuando la alcanzó, Samantha esperaba bajo la marquesina de entrada del estacionamiento, seguramente a que el portero le trajera el coche. Se volvió con calma hacia Michelle.

– Veo que has podido con el primer rechazo.

Michelle arrugó la cara.

– El primer rechazo – repitió Sam -. La mayoría de la gente no soporta el primer rechazo, por eso nunca se hacen ricos o prosperan.

Michelle asintió, comenzando a comprender.

Sam continuó, inclinándose como para compartir un secreto.

– Sólo después del primer rechazo se hace dinero a lo grande.

En ese momento el encargado trajo las llaves del coche de Sam, un Mercedes verde intenso con brillantes ruedas cromadas. Sam se dio la vuelta y se dirigió al auto.

– Pero… – Michelle la llamó.

Samantha se volvió y la miró.

– Todo está explicado en el libro que te enviaré.

Samantha tiró su maletín al asiento trasero y, justo antes de sentarse en el asiento delantero, miró hacia atrás y le hizo a Michelle el signo de la victoria con su mano: ¿un signo de paz?

Michelle se quedó allí impotente, todo sucedía tan rápido. Algo le decía que esta mujer era la clave, el número que le faltaba de la combinación de la caja fuerte, el medio de volver a encauzar su vida. Sólo podía pensar en que sus dos hijos iban a educarse con aquellos estirados, intrigantes Ericksen, y algo le salió de dentro, un renovado vigor que no había sentido en meses.

– ¡Espere! – gritó.

El coche se detuvo y abrió la ventanilla del conductor. Samantha se asomó.

– Soy yo – soltó Michelle -. Yo soy su conejillo de Indias. No me hace falta leer su libro, estoy lista ya, lo necesito ya.

Habló con tal fuerza y determinación que hasta ella se sorprendió.

– Lo siento, señora Ericksen, no tengo tiempo -Samantha siguió allí con el auto inmóvil, sonriendo levemente, con la ventanilla todavía abierta, casi como si esperara a que Michelle hablara. Ahora Sam alzó tres dedos.

Y entonces Michelle comprendió el juego que estaba jugando con ella.

– Es el tercer rechazo, ¿no?

Samantha sonrió. Con un leve movimiento señaló la puerta del copiloto.

Michelle rodeó el Mercedes por delante y se sentó de un salto en el enorme asiento de cuero, junto a Samantha. La inundó el olor a auto nuevo. Miró a Sam. Sam le correspondió con otro leve movimiento de cabeza, como si se quitara el sombrero con respeto.

– Aprendes rápido, señorita.

Sam puso el coche en marcha y salieron a la fría noche de Colorado…”

=============================

¿Por qué crees que te comparto este segmento del libro El Millonario al Instante?

Con más frecuencia de la que quisiera, me he encontrado con personas de todo tipo que continuamente despotrican contra todo y contra todos en la vida. No están a gusto con el tipo de vida que llevan y, desafortunadamente, no quieren reconocer que su vida actual no es mas que la consecuencia de sus decisiones pasadas o incluso, de su inacción o falta de toma de decisiones.

Y cuando finalmente deciden tomar acción, si es que lo hacen, enfrentan un primer rechazo y se desaniman inmediatamente. No hacen más. No hacen ese famoso segundo esfuerzo que tanto pregonó el exitoso entrenador de futbol americano Vince Lombardi.

¿Te ha pasado a ti? ¿Conoces a alguien que encaje con esta situación que te describo?

¿Cuántas veces has querido alcanzar un cierto objetivo o meta y lo has logrado a la primera? Pocas veces sucede así. Lo más común es que tengas que hacer varios intentos antes de alcanzar el éxito.

Piensa en el futbol soccer. ¿Cuantos intentos debe realizar cualquier equipo antes de lograr un gol? Decenas de intentos. Pero de tanto insistir, finalmente lo consiguen. Lo mismo es con nuestra vida, con nuestros grandes sueños, con nuestras grandes metas. Para alcanzarlas debemos insistir una y otra vez, buscando diversas formas, caminos diferentes. ¿No lo crees así?

En el marketing por internet hay una estadística muy interesante. Para lograr hacer una venta debe haber al menos siete intentos por parte del vendedor, es decir, debe haber al menos siete mensajes donde promueva su producto o servicio para poder después obtener una respuesta favorable. Déjame decirte que hay toda una ciencia al respecto detrás de esto.

Otro ejemplo. ¿Recuerdas la anécdota de Thomas Alba Edison? Según la fuente que se consulte, se dice que para inventar el foco tuvo intentarlo dos mil de veces antes de lograr su objetivo. Un periodista de la época le preguntó a Edison que cómo había soportado tantos fracasos, a lo que Edison respondió: «Yo no fracasé ni una sola vez. Sólo descubrí 1,999 formas de cómo NO hacer el foco y una de cómo si.»

¿Con qué te quedas de estas reflexiones? Me dará mucho gusto leer tus ideas.

Si tienes interés en el libro del cual tomé el extracto, puedes adquirirlo en la tienda de Amazon: