El un mundo que cambia constantemente, no sobrevive el más fuerte sino el que se adapta más rápido.

A fines de los 60’s del siglo pasado, el descubrimiento del cuarzo casi hizo desaparecer a la industria relojera suiza a manos de los japoneses.

En aquel entonces, los suizos no agredieron ni declararon la guerra a los japoneses porque su industria dejó sin empleos a miles de trabajadores. Aunque tardaron años en reaccionar, lograron adaptarse y recuperarse.

Con el surgimiento del Internet, igualmente muchas industrias están desapareciendo o en riesgo de desaparecer.

Por ejemplo, con la presencia de Google, al menos en México, el negocio de la Sección Amarilla (Yellow Pages), también tiene sus días contados. Los propietarios de este negocio tampoco fueron a agredir a los de Google porque su modelo de negocio ya no es lo rentable que fue, con todo y que toda una cadena de suministros e industrias ligadas se vio afectada «mortalmente». Creo que tienes la idea.

Lo anterior viene a colación porque con la aparición de Uber a varios países y en particular México, es increíble las reacciones que provoca.

En este momento me vienen dos ejemplos.

El primero. Recientemente un grupo de taxistas, en las inmediaciones del aeropuerto de la Ciudad de México bloquearon algunas calles y agredieron a pedradas a vehículos identificados como de Uber.

Este hecho, además de ser reprobable por donde se le vea, es la punta del iceberg de una profunda descomposición social que esta permeando a México desde hace muchos años, originada por una cúpula política completamente falta de valores, desconectada de una visión incluyente a largo plazo.

El segundo. El caso del ahora ex-entrenador de la Selección Mexicana de Fútbol, Miguel Herrera, quien por un nivel de inteligencia emocional escaso, se dejó dominar por sus emociones y provocó una situación que le terminó costando el puesto. A Miguel lo conocí hace muchos años, incluso jugamos juntos fútbol de salón, y ya en aquel entonces lo reconocía como alguien aguerrido, entregado, con claridad de objetivos. Sin embargo, algo en el camino cambió. Perdió piso.

Por lo tanto, hoy más que nunca, es responsabilidad de cada uno de nosotros, ya sea como padres o madres de familia, emprendedores, colaboradores, dueños de empresa, o el rol que estemos desempeñando, hacernos conscientes de nuestro papel dentro de la sociedad, de lo que está pasando a nuestro alrededor y tomar cartas en el asunto.

No podemos permanecer como simples espectadores. Es importante tomar acción, la que sea, pero no quedarnos impávidos.

En nuestras manos está el tomar el control de lo que acontece a nuestras vidas, en nuestro círculo de influencia más cercano y contribuir con nuestro grano de arena. Tomar acción masiva imperfecta.

Por mi parte, primero como padre de familia y enseguida como emprendedor y dueño de negocios, al menos para mi es fundamental demostrar con mis acciones, congruencia entre lo que pienso, digo y hago.

Para empezar, estoy consciente que soy un modelo para mis hijos que ven lo que hago o dejo de hacer cada día que pasa. Por lo tanto, ellos junto con mi pareja, son mi mayor motivación para crear una mejor calidad de vida basada en una serie de altos valores.

De la misma manera, como empresario, me debo a mis clientes. Debo cuidarlos. Consentirlos. Mis productos y servicios deben cubrir y superar las expectativas. Dar valor a sus vidas.

Con mis colegas igualmente. En mi mente tengo presente que en cualquier interacción humana, siempre tengo que dejar a las personas en un mejor estado emocional que en el que las encontré.

Y como consecuencia de todo ello, entonces y sólo entonces, estaré en posibilidad de lograr una vida que trascienda.

¿Y tu que piensas?