En una selva, conocida por el nombre de Gran Selva, S.A., el león, en calidad de Director – presidente, convocó a sus vicepresidentes y demás directores para discutir el mejor modelo empresarial, capaz de hacer frente a los problemas de la Nueva Era.

Durante tres días cada director habló de los atributos indispensables para alcanzar la excelencia. Al destacar esos atributos, solemnemente denominados “factores de éxito”, cada uno de los convocados se inspiraba en sí mismo.

– En esta Gran Selva alcanzaremos la excelencia cuando todos los animales sean capaces de correr a gran velocidad ¡Ningún peligro podrá alcanzarnos! – dijo el conejo.

– Apreciados compañeros – manifestó solemnemente la ardilla -. La capacidad de escalar las montañas y los árboles más altos reviste una importancia fundamental entre todos los demás factores de éxito, pues desde la cima conseguimos observar con más amplitud lo que ocurre en estos dominios.

– El factor de éxito más importante para los habitantes de esta selva, atravesada por tantos ríos, es la capacidad de nadar – dijo el pato.

– Pues a mi me parece – argumentó el águila – que el talento más poderoso para los habitantes de esta selva sería la capacidad de volar a gran altura.

Y así sucesivamente, los animales fueron enalteciendo las más diversas cualidades. La lechuza alabó el don de ver en la oscuridad, la luciérnaga elogió el poder de producir luz propia, el tigre proclamó la superioridad de los que tienen garras afiladas, y así hasta que la secuencia de los discursos se hizo tan agotadora que el león interrumpió la discusión con un gran rugido.

– ¡Basta! Vamos a nombrar un Consejo Consultivo con la función de definir de una vez por todas los factores de éxito.

Después de más de una semana de reuniones, las cualidades mas votadas fueron: correr, escalar, nadar y volar. Luego se determinó que el Departamento de Personal de la Selva organizase un proceso de Formación y Desarrollo con el objetivo de preparar a todos los animales para que dominasen esos factores.

El león aprobó las recomendaciones del Consejo Consultivo y comenzó el entrenamiento. Pero, por mas que se esforzaron, para ninguno de los animales fue fácil dar cumplimiento a la decisión.

El pato era un excelente nadador, pero era mediocre al volar y pésimo al correr. Como corría muy despacio, tenía que quedarse practicando después de las clases y así tenia menos tiempo para nadar.

Como intentaba correr hasta que las patas le dolían, comenzó a nadar con dificultad.

El conejo comenzó siendo el primero en las carreras, pero tuvo un ataque de estrés debido al gran esfuerzo que dedicó al aprendizaje de la natación, y a la frustración que le produjo.

La ardilla era excelente escalando, hasta que se lesionó cuando tuvo varias caídas en las clases de vuelo. También tuvo notas bajísimas en las de atletismo y natación.

Al águila no se le dio nada bien la natación, se hirió una de las alas y acabó sin poder hacer la prueba de vuelo.

La evaluación del primer mes de entrenamiento fue tan negativa que los animales hicieron una nueva reunión. El león, enojado y nada democrático esta vez, ordenó que todo volviese a ser como antes.

El clima se volvió tenso, hasta que el mono levantó la mano y pidió la palabra:

– Vamos a aprender de esta experiencia, queridos amigos. Para enfrentarse a la Nueva Era, tal vez lo más importante sea la cooperación de todos, los unos con los otros. Participar con lo mejor de cada uno, sumando las diferentes cualidades, ¿no es más productivo que intentar hacer lo que hacen mucho mejor los demás?

Todos aplaudieron, y la Gran Selva fue más próspera que nunca.

Cualquier semejanza con la realidad NO es mera coincidencia.

Agradeceré tus comentarios…