Con frecuencia, cuando nos enfrentamos a un problema -o lo que creemos es un problema-, sin importar su complejidad, para poder resolverlo debemos hacernos preguntas. Pero no de cualquier tipo. Necesitan ser preguntas inteligentes.
Cuando en la vida nos enfrentamos a algún obstáculo, alguna encrucijada, debemos elevar nuestro pensamiento y buscar planearnos preguntas distintas a las comunes y habituales para comenzar a ver la luz al final del camino.
De esta forma, cuando plantees tus preguntas, si son las correctas, tendrás resuelto el 50% del problema.
Recordarás la famosa frase de Albert Einstein que dice:
Si siempre haces lo mismo, tus resultados siempre van a ser los mismos. Para obtener resultados diferentes, tienes que hacer cosas diferentes.
Parafraseando su famosa frase, checa esto:
Si siempre te haces el mismo tipo de preguntas (¿por qué estoy gordo?, ¿por qué me pasa esto…?, ¿por qué no tengo más dinero?, ¿por qué no logro que me suban el sueldo?, ¿por qué no obtengo un mejor puesto?), inevitablemente SIEMPRE vas a recibir las mismas estúpidas respuestas.
Para obtener RESPUESTAS INTELIGENTES tienes que hacerte PREGUNTAS no sólo diferentes sino INTELIGENTES. Así descubrirás nuevas opciones, nuevas alternativas a tu problema.
Por ejemplo, en lugar de preguntarte «¿por qué estoy gordo?», puedes preguntarte: «¿qué tipo de alimentos consumo habitualmente que hacen que suba de peso?» , o quizá: «¿cuáles son mis hábitos alimenticios en este momento que ocasionan que esté arriba de mi peso ideal?”
Las respuestas a este tipo de preguntas traerán implícita la solución. Por eso, las preguntas correctas ya están resolviendo al menos la mitad del problema.
Creo que notas la diferencia.
Piensa que un problema es simplemente una meta mal planteada. ¿O no lo crees así?